viernes, 13 de julio de 2012

En todas partes estamos: Con un enfermero


Una prima que sufre constantemente de una dolencia, tuvo que ir un miércoles a las ocho y media de la noche de urgencias a la clínica. Como yo era el único adulto que estaba en casa debí acompañarla. 

En el hospital (de la Policía) por suerte, la atendieron muy rápido y yo me quedé esperando en un pasillo hasta que finalizara el proceso. 

Minutos después pasó un enfermero que me clavó la mirada, se la seguí y más adelante en cuestión de segundos pasó de nuevo, esta vez con un paciente en una silla de ruedas. 

Entraron a un cuarto y sin pensarlo pasé por el frente y vi que le estaba aplicando una inyección. Ahí comprendí que me había levantado un enfermero, el primero. 

Y todo fue cuestión de unos minutos, salió dejó al paciente en algún lado y volvió. Me dijo su nombre, me pidió el número telefónico y quedó de llamar el fin de semana. Me llamó el domingo, nos vimos y charlamos hasta el cansancio. 

Y el resto todo saben que sigue.

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